jueves, 18 de octubre de 2007

Prioridades de la agenda politica

Cuando al promediar los 90 el Banco Mundial y el FMI coincidían en caracterizar que nuestro país poseía provincias a las que calificaron como económicamente inviables sabían muy bien hacia donde apuntaban. En la misma sintonía, los seguidores vernáculos del Consenso de Washington hicieron lo suyo. Así, vastos sectores del territorio nacional, histórica y estructuralmente empobrecidos, fueron empujados a la peor de las miserias.
Algunas de las consecuencias más lacerantes siguen siendo inocultables, la mortalidad especialmente de niños y ancianos por causa de la desnutrición ya no ocupa grandes titulares en los matutinos, entre otras cosas, porque se convirtió en un dato recurrente de la realidad.
Pero no menos evidentes y vigentes son las causas que motivan esa inaceptable situación. La homologación de economía con mercado no resulta un error producido por el azar, sino que es una definición inherente al capitalismo que se profundiza en su etapa neoliberal.
El patrimonio de los argentinos que fue arrasado en los 90 persiste en manos del capital trasnacional que depreda recursos naturales no renovables y deliberadamente carece de una estrategia de inversión, lo que, entre otros males, provoca una considerable merma en la calidad de los servicios prestados por las privatizadas, pero les permite incrementar las suculentas remesas de divisas que envían al exterior.
En 1993, de las empresas que más vendían menos de la mitad eran de capital extranjero. Hoy el porcentaje asciende al 72 por ciento, aquellas vinculadas a los sectores energético, alimenticio y textil predominan en el segmento que pasó del capital nacional al trasnacional, que además, maneja poco más del ochenta por ciento de las exportaciones.
En este marco, no resulta antojadizo preguntarse de qué manera se podrán conciliar los intereses del capital y el trabajo, tal como se propone desde el acuerdo social que entusiasma a la candidata oficialista. Pero también cómo se resolverá la encrucijada planteada entre el modelo de país exportador de comodities y aquel productivo con reactivación del mercado interno y ocupación que genere condiciones laborales y salario digno.
Se trata de una definición de carácter estratégico, que impone la adopción de claras posturas vinculadas al escenario multipolar que comienza a presentarse conforme se acentúa la erosión del poder hegemónico de EE.UU. Un contexto que encuentra en América Latina a una de sus semillas más dinámicas con la consolidación de procesos caracterizados por el avance de la democracia participativa, la recuperación de su patrimonio nacional y la reforma institucional, pero también por la construcción de herramientas regionales como el Alba y el Banco del Sur, que de prosperar, permitirán poner a salvo a sus países miembros de los arbitrarios humores del capital financiero globalizado y la imprescindible inversión trasnacional.
La construcción de un plan estratégico en tal dirección, un aspecto medular para la concepción profundamente latinoamericanista del Fral, resulta entonces una prioridad en una agenda que no puede ser impulsada por un solo partido o sector, sino que necesita de la convergencia de todos aquellos que comprendan que para ello es necesario un espacio de alternativa política caracterizado por la flexibilidad de sus integrantes, la amplitud de su conformación y la profundidad programática.

0 comentarios:


  © protagonistas delsur de Gustavo Cano para www.protagonistasdelsur.blogspot.com 2009

Back to TOP