Contra la intervención yanqui en Nuestra América

Durante los últimos meses, los monopolios mediáticos locales intentaron convencernos de que Cristina Kirchner y el grupo diplomático argentino destacado en EE.UU. iban a conducir un proceso de acercamiento y emprolijamiento de las relaciones entre nuestro país y la Casa Blanca, que fueron afectadas por las asperezas que atravesaron la gestión encabezada por Néstor Kirchner. Pero apenas a 72 horas de la asunción del nuevo gobierno, asistimos a una agresión brutal de la administración estadounidense, destinada a lastimar la credibilidad gubernamental y a interferir en las relaciones entre Argentina y Venezuela.

La contundente respuesta de la Casa Rosada generó la crisis más profunda de los últimos tiempos entre Buenos Aires y Washington.

Circula la tesis de que se está ante un error diplomático de la administración Bush, que está finalizando su gestión con un alto grado de crisis. En EE.UU. retumban las voces de los responsables del Tesoro, en un país amenazando por el estagflación y el estallido de la burbuja inmobiliaria y por una profunda crisis de credibilidad, cuando ahora la CIA y otras agencias gubernamentales se desdicen al afirmar que Irán no está preparando armas nucleares. La conflictiva relación entre Washington y Teherán, que la propia Casa Blanca propició, fomenta además claras expectativas de crisis energética.

Pese a esto, el imperio no está derrotado y continúa actuando, tal como lo demuestran los últimos episodios que tuvieron su epicentro en Miami, cuna de santuario de la gusanera y la mafia internacional.